El autoconsumo energético: realidad a la vista

A lo largo de los últimos años, la expresión “autoconsumo” en el sector de la energía se ha hecho más común en el lenguaje coloquial, no siempre en sentido positivo y a veces con escepticismo. Los sucesivos cambios en la legislación, han llevado a confusión por parte de empresas y usuarios residenciales que, bien por convicción o bien por interés económico, estaban potencialmente interesados. Sin embargo hoy día, pudiendo ya afirmar que hemos llegado al momento en el que una instalación de autoconsumo produciendo energía es igual o menos costosa que la misma energía contratada a la red pública, la fotovoltaica, como bien dice Vozpopuli en su post escrito por Antonio Muñoz Velez,

“ha dejado de ser un adolescente y mucho menos un niño mimado”.

El autoconsumo en España es por fin, una realidad a la vista.

Sin embargo, hay gente escéptica al ahorro energético real de una instalación fotovoltaica, o a si el retorno de inversión hace que sea interesante plantearse si quiera esta tecnología. Mediante los diferentes sistemas que existen, está demostrado que una instalación de hoy puede funcionar de manera completamente autónoma, si bien pretender abastecer el 100% de la demanda energética de cualquier instalación puede resultar todavía algo costoso y llevarnos a periodos de amortización algo más dilatados de lo que los usuarios estarían dispuestos a asumir. Por tanto cabe hacerse la pregunta: ¿realmente necesitamos abastecer el 100% de nuestra demanda energética? Por ver un caso concreto, en una vivienda unifamiliar, si ésta se sitúa en una zona de difícil acceso a suministro eléctrico público, necesitará producir la energía que consume de manera totalmente propia, por tanto acabará produciendo el 100% de lo que necesita consumir. Por el contrario, en caso de que sí tuviera acceso a la red eléctrica pública, cabría la posibilidad de plantear un proyecto de autoconsumo mediante energía fotovoltaica que sólo abastezca a una parte de la demanda energética. De ese modo se puede ahorrar una cantidad importante en el coste inicial del proyecto e incluso reducir considerablemente el periodo de retorno.

Lo mismo pasaría en una industria o una instalación de servicios. Si además la instalación demanda más energía durante el día, es decir, que su consumo se produce fundamentalmente en horas diurnas, es mucho más sencillo conseguir este abaratamiento, ya que no necesitaríamos almacenar energía mediante baterías que encareciesen considerablemente el proyecto en su conjunto. De hecho, tal como está la legislación nacional hoy día, según el RD900/2015 basado un borrador anterior, el conocido Balance Neto que en teoría permite verter a la red pública el excedente de energía producido, no está permitido en España. Éste es un argumento más a la hora de plantearse cómo aprovechar al máximo la energía producida, si nos decidimos por la fotovoltaica en vez de producir con excedente y almacenar en baterías.

Lo barato a veces es caro, igual que la energía

El mercado energético es actualmente uno de los más dinámicos que existe. Desde su liberalización en el 97, con la primera legislatura de Aznar, se ha convertido en un negocio para muchas empresas que han decidido apostar por la compraventa de energía, llegando a una cifra de facturación considerable, teniendo en cuenta el recorrido que lleva el sector desde entonces.

A día de hoy existen más de 420 comercializadoras repartidas por todo el territorio español, cuyo ámbito de actuación varía dependiendo de su tamaño. Sólo 80 de ellas operan a nivel nacional. El buen criterio a la hora de elegir entre dicha amplia oferta es fundamental, aunque que la contratación de energía sea una commodity y tenga un coste elevado:el precio no lo es todo”.

Cuando hablamos de comprar y vender energía nos referimos a su comercialización. Un consumidor final no compra ni por supuesto vende. En término coloquial, contrata la energía con una u otra empresa. La contratación a precio fijo implica por regla general, garantizar un precio durante un año. A menudo nos ofrecen descuentos anuales sobre precios fijos, pero pensar que un descuento sobre un precio fijo significa necesariamente un abaratamiento de nuestro coste actual en la misma proporción que lo que implica el descuento en sí, es pensar con miopía: por un lado, el descuento solo se aplica sobre la parte no regulada, la parte fijada por la comercializadora que representa aproximadamente entre un 25 y un 30 por cien de la factura; por otro lado, para determinar el alcance real del descuento, la tarifa sobre la cual se aplicará debe ser como máximo la misma tarifa que tenemos actualmente contratada, de lo contrario, podríamos estar incurriendo en sobrecostes.

También hemos escuchado hablar de la contratación a precio indexado, lo cual implica comprar la energía al precio que se casa en el mercado añadiendo una comisión aplicada de compraventa por parte de la comercializadora. En este caso no nos garantizamos un precio fijo para un año, sino que nuestro precio de contratación variará acorde a las fluctuaciones del mercado. Aquí hay mucho de qué hablar y varias maneras de comparar, pero ninguna garantiza un precio concreto, ya que supeditamos éste a las fluctuaciones diarias del mercado. Por eso de momento, en caso de decidirse por la contratación a precio indexado, nosotros recomendamos pedir una comparativa con precios pasados y facturas simuladas, es decir, pidiendo al ofertante o comercializadora que nos simule una factura nuestra reciente, según los precios que habría dicho ofertante aplicado durante el periodo que elijamos comparar.

Independientemente de lo anterior, es importante tener en cuenta que, como en todos los sectores, no todas las ofertas existentes son igual de fiables. Las comercializadoras más grandes, proporcionan una continuidad, pero no necesariamente un precio bajo. Sin embargo tampoco podemos decidirnos por una pequeña sólo por una oferta a precio, ya que el negocio de la compraventa es complejo y cualquier problema derivado de una mala gestión por parte de quien nos ofrece su contrato de energía, puede acarrearnos problemas indirectos. Por ello es mejor buscar una combinación entre fiabilidad y precio, pidiendo referencias, averiguando el histórico de la compañía y averiguando si en el pasado reciente ha incurrido en problemas. Las páginas de la CNMC y del BOE son fuentes de información útiles.